Alicia recorre las instalaciones del club desde hace más de 40 años con un solo objetivo, acompañar y enaltecer al básquet femenino de CUST. Este año su perseverancia y trabajo tuvieron un merecido reconocimiento.
Como desde hace 40 años cada martes y jueves cuando las chicas entrenan ella está ahí: las observa, las contiene, las alienta. Las acompaña.
Alicia Goncebat, para todos a partir de que su padre decidió llamarla así desde chica (Ramona es su verdadero nombre), llegó al básquet femenino de Unión acompañando a una de sus hijas que fue invitada en 1976 por dos profesoras de educación física jugadoras del club que observando su talento al inicio de la secundaria no dudaron en convencerla y luego ficharla.
Según Alicia misma recuerda, esos inicios no fueron sencillos para las muchachas ya que en esa época para poder jugar se necesitaban delegados dentro de la Asociación Santafesina y viendo el entusiasmo de las mueres fue ella la que tomó coraje y se metió en un mundo dentro del cual su compromiso y dedicación fueron marcando solos el camino.
“Mientras mi hija jugaba yo seguía de delegada y trabajando para el club cuando no teníamos nada. Pasé por muchas comisiones directivas pero recuerdo que con la que más hicimos fue con la que se realizó la pileta climatizada” recuerda nuestra protagonista.
Desde la década del 80´y hasta mediados de los 90´ los equipos jugaban en liga, con los pocos clubes que había en ese momento y juntas recorrieron Jujuy, Salta, Bs. As., Mendoza, Misiones e infinidad de pueblos cercanos.
Desde que llegó a Unión sus 5 hijos fueron socios y con el correr de los años, 5 de sus nietas mujeres pasaron por el básquet femenino, de las cuales dos juegan hasta el día de hoy “vengo porque me gusta y porque las acompaño a ellas, eso es lo que me trae, me gusta estar con las chicas” y una dulce voz de la personita que sostiene su mano agrega “ sería raro que no estuviera, desde que comencé va a todos los partidos”.
Este año, el torneo de Paraná lleva su nombre, ese mismo lugar donde hace muchos años las aceptaron para seguir jugando al básquet cuando desapareció el torneo local, primero como club invitado y después, afiliación de por medio, como miembros permanentes. Ese espacio del cual integró la mesa directiva cruzando el charco todas las semanas y del que logró ganarse el cariño de todos. “Este año decidieron ponerle mi nombre al torneo dos orillas y yo me puse a llorar… fijate de donde e vienen a dar un homenaje”.
Mientras la práctica sigue, y el sonido de la pelota picando sobre el piso nos ensordece un poco, ella suelta al aire “yo deseo que siga en el deporte y poder atraer a las chicas en esto que es tan lindo, son muchas las mamás que se acercan hoy con sus hijas y eso para mi es lo principal y por eso me gusta. Pero hay algo que a mi también me gustaría y es que ese espacio que tenemos por calle Libertad pueda ocuparse como salón, que se spueda alquilar y tener una salida sobre ese lado, y otras más que seguro se irán haciendo de a poco”.